Mª CONSOLACION CUESTA RODRIGUEZ

NARRADORA DE RELATOS CORTOS (Cantabria)
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NOVEDADES
VIAJE AL PASADO

del todo. Regresos al atardecer en verano… Si no llegabas antes de las nueve, no habría en dos semanas, oportunidad de volver.

No puedo pasar por alto, en estos momentos, el recuerdo de mis mejores amigas de aquella época irrepetible de mi adolescencia y juventud. Amparín, mi mejor amiga. Su madre: oronda, suave, maternal, cariñosa. La madre que yo soñaba. Acudía a su casa, muchas veces, porque allí encontraba un lugar perfecto para estar. Se preocupaba de mi amiga, y a la vez, yo también escuchaba sus consejos: “Portaos bien. No confiéis en los chicos. Todos, salvo raras excepciones, van a lo mismo”. Tardamos en comprender qué significaba “a lo mismo”…” Regresad pronto a casa. Antes de que caiga la noche”. Esto mismo me decía mi padre. Si me retrasaba, el castigo consistía en uno o dos domingos sin salir. Para nosotros, entonces, era una tragedia un castigo así…Encontró el marido ideal, según su madre: mayor, formal, trabajaba en un bufete de abogados. Adoraba a Amparín. Era dieciocho años mayor que ella. Seguimos en contacto hasta que se quedó viuda.
De Lola y Margot, no volví a saber nada. Se casaron con chicos de fuera de Palencia y les perdí la pista. Trini, caprichosa y voluble, tardó poco en encontrar un chico dispuesto a aguantar sus caprichos y desplantes. Le recuerdo más bien bajo de estatura, pero atractivo. Tenían una relación amor_ odio, que me descolocaba un poco. Cuando plantaba a su chico me llamaba a mí para salir, si yo estaba en Palencia. “Lo he dejado”, “No lo soporto”, me decía. Nunca me explicaba porqué no lo aguantaba. A los ocho días volvían. Él soportaba estoicamente los plantones. Y como ‘el que la sigue la consigue’, por fin se casaron…Si fueron felices y comieron perdices, no tengo ni la menor idea. La vida nos separó, como dice la canción. Pero sigo recordándolas con cariño. Por entonces yo tuve mi primer trabajo como docente. Viajé de Palencia a Báscones de Ojeda.

No ha cambiado, en lo esencial, la Huerta de Guadián. Sigue siendo un bosque maravilloso, ideal para soportar las temperaturas extremas de mi ciudad. Con abundantes árboles, algunos casi centenarios: castaños de indias, laureles, abetos, olmos, ciruelos y algunos exóticos, que no sé su nombre. En la entrada hay un grupo escultórico hecho de un tronco de un olmo enfermo. El escultor, Teo Calvo, lo hizo en 1994.
En medio de esa arboleda, está reubicada la Ermita de San Juan Bautista, románico puro del siglo XII, rescatada del pueblo de Villanueva del Río, antes de que éste fuera anegado por las aguas del Pantano de Aguilar. Desmontada piedra a piedra, ha vuelto a ser reconstruida para ser contemplada por cuantos amantes del arte se acerquen a Palencia.
Hay una pequeña Biblioteca y un parque infantil. Y sigue habiendo ‘baile’ en verano, los domingos y fiestas… Seguramente estarán dedicados a bailes de ‘la tercera edad’, tan de moda, ahora…

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